A veces cuando vas a visitar una colección de arte tienes que saber de antemano que no podrás verla toda. Como muchos de los museos más importantes del mundo, el Museu Nacional d’Art de Catalunya (abreviado MNAC) es una enorme colección de arte – 154.000 piezas en total – incluyendo pinturas, esculturas, fotografías y monedas.
El proceso de albergar una colección tan variada bajo el mismo techo comenzó en 1990 y se concluyó en el 2004. El MNAC se encuentra en el palacio nacional, que destaca por su ubicación en un lado del Montjuïc que lo convierte en uno de los edificios más icónicos de Barcelona. (Es la imagen de fondo más famosa en las fotos de la Fuente Mágica).
El palacio nacional fue construido como pieza central de la Exhibición Internacional de 1929 y fue renovado para los Juegos Olímpicos de 1992. La Sala Oval y la Sala de la Cúpula, donde se encuentra el Restaurante Òleum son espacios memorables con su propia historia. Disfrutar de una comida en el restaurante tiene su precio pero las vistas sobre la ciudad son inmejorables.
La colección
En este museo encontrarás muchas piezas de los más importantes artistas españoles como El Greco, Velázquez, Goya y Picasso. Una de las piezas que atrae a la mayor cantidad de visitantes es el retrato de La mujer con sombrero y cuello de piel (Marie-Thérèse Walter) (1937) de Picasso. La cantidad de piezas de arte puede abrumarte y si intentas cubrir varias partes de las cuatro secciones – Románico, Gótico, Renacimiento y Arte Moderno – te darás cuenta de la seriedad del eslogan del museo: “Un museo, 1000 años de arte”.
La información sobre las pinturas está publicada en catalán o en castellano y la audio guía que cubre los demás idiomas se puede adquirir por tan sólo 3.10€.
El auge de Cataluña como poderoso imperio medieval del comercio se refleja en la sección gótica, entre el despliegue de martirios y miradas virginales. Sin embargo, el Gótico de repente se transforma en el Renacimiento y los retratos del Barroco se vuelven más humanos.
Antiguo y Moderno
Cuando llegamos a la colección de Arte Moderno, la narrativa cronológica es más variada y aparecen grandes obras. Hay algunas excelentes esculturas, como un Rodin, y algunas interesantes desviaciones como los muebles de Gaudí, innovadores y flexibles igual que los edificios que diseñó. El Retrato de mi Padre creado por Salvador Dalí en 1925 ofrece un interesante destello de la joven mente del más famoso pintor catalán, mientras los dentados bordes de la escultura de Juli González pone fin a la colección de arte moderna de manera provocativa.
Sin duda, la joya de la extensa colección es la sección Románica. El arte románico fue descuidado durante siglos, condenado por ser simplista y rústico, pero a finales del siglo XIX por fin atrajo la atención de los historiadores del arte. La colección del MNAC es una de las más importantes de este tipo.
Reúne una variedad de esculturas y pinturas de los siglos X a XIII, incluyendo varios frescos que fueron laboriosamente extraídos de las paredes de las remotas iglesias del Pirineo. Estas obras desprenden vitalidad, están llenas de animales, vivos colores y a menudo representan descarnadamente las escenas religiosas. Al mismo tiempo, artefactos como la Majestad de Batlló demuestran lo que fue un sofisticado movimiento artístico paneuropeo.
Barcelona no puede competir con Madrid como centro del arte español. Pero el MNAC es una prueba de la importancia de Cataluña para el mundo del arte, desde los humildes pintores del periodo románico hasta las superestrellas internacionales como Dalí. El MNAC demuestra el gran legado que han dejado los catalanes en los últimos 1000 años con sus obras de arte que demuestran habilidad y originalidad.